El descubrimiento se produjo en México el 15 de octubre de 1951, la investigación fue financiada y desarrollada por un laboratorio fundado en México, Syntex, y uno de los principales compuesto se extrajo de una planta endémica del país, el barbasco.
Desde muchos años antes, distintos laboratorios en el mundo intentaban ya sintetizar una sustancia que evitara el embarazo. Millonarios altruistas como los Rockefeller o Katherine McCormick financiaron muchas investigaciones.
Pero, de acuerdo con el profesor Felipe León Olivares, de la Facultad de Química de la UNAM, el hecho de que tan anhelada «síntesis» se lograra primero en México, tampoco fue una casualidad, pues el país vivía entonces una especie de época dorada de la Química.
El profesor Felipe León, es quizás la persona en el país que más ha estudiado este episodio histórico, además de que lo ha escuchado de viva voz de sus protagonistas. En entrevista con Notimex, aseguró que para entender esta historia, hay que comenzar por el fundador de Syntex, el científico estadunidense Russell E. Marker, inventor de la técnica para extraer la materia prima.
Marker, buscaba una forma de producir progesterona -un compuesto de tipo hormonal base para muchos medicamentos- a partir de plantas, pues en ese tiempo se hacía con testículos y ovarios de animales, algo laborioso y caro. Un gramo de progesterona pura llegaba a costar 80 dólares.
En México existe una gran tradición herbolaria que incluye plantas que se utilizan como abortivos, para modificar los ciclos menstruales o simplemente para disminuir las molestias de la menstruación, esto fue lo que atrajo a Marker al país.
Tuvo éxito, logró producir varios kilos progesterona a partir de una planta llamada «cabeza de negro», en un rudimentario laboratorio de Veracruz. Regresó a su país en busca de apoyo para producirla industrialmente, tenía un gran negocio en sus manos, «nadie en esa época había producido tal cantidad de progesterona», afirma León.
Sin embargo, relata, ningún inversionista lo apoyó, pues, entre otras cosas, la industria norteamericana estaba más ocupada en la segunda Guerra Mundial que comenzaba.
El apoyo lo encontró de regreso en México, en manos del empresario húngaro Emeric Somlo. Juntos fundaron el laboratorio Syntex con Solomo como accionista principal. Una disputa por dinero ocasionó la ruptura entre ambos personajes luego de un año.
Marker se fue, creyendo que se había llevado los secretos de progesterona con él, sin embargo en poco tiempo Syntex perfeccionó la técnica de Russell Marker para extraer dicho compuesto a partir de otra planta, el barbasco.
De acuerdo con el profesor León Olivares, Marker era tan celoso de su trabajo que se rodeaba de asistentes analfabetas para que no descubrieran sus secretos, simplemente les enseñaba trabajo técnico manual.
Sin Marker, esta política cambió y Syntex firmó un convenio con la Escuela Nacional de Química de Tacuba, antecedente de la actual Facultad de Química de la UNAM, para que los estudiantes realizaran en el laboratorio sus investigaciones de licenciatura y además les perimitían publicar sus trabajos en revistas científicas.